UN MORDISCO A TU RENDIMIENTO

13.01.2023 11:49

¿Cómo afecta al rendimiento deportivo la salud bucodental?

¿De verdad puedes realizar tu ejercicio de forma normal con un dolor de muelas?

¿Qué tipo de números vas a dar en tu entrenamiento si tienes constantemente la boca seca?

¿Cuántas veces te has tenido que saltar el entreno por tener que ir al dentista?

¿De dónde proviene ese dolor que no identificas en el cuello y la mandíbula?

¿Cuánto te has gastado en el dentista que no te has podido gastar en materiales o implementos que tu preparación necesitaba?

 

LA SALUD BUCODENTAL

Supongo que debes haber oído alguna que otra vez sobre la importancia de la salud bucodental. Es un aspecto clave de nuestra salud general y no deberíamos desligar la una de la otra. Desde las caries hasta el cáncer de boca son patologías que afectan a todo nuestro organismo en diferente grado de gravedad.

Con esto en mente enfrentémonos a los datos de la OMS que nos dicen que, por ejemplo, las caries y las enfermedades periodontales son las patologías de mayor prevalencia entre la población mundial. El 95 % de la población del mundo está afectada por estas patologías.

Estas enfermedades bucodentales, además de consecuencias físicas pueden tener implicaciones económicas y psicosociales. Todas ellas pueden dañar y afectar de forma importante la calidad de vida de una persona.

Cómo siempre la prevención es el primer paso para evitar todas estas patologías. Desde una buena higiene bucodental para evitar caries, como las barreras profilácticas para evitar la afección del virus del papiloma humano o el dejar de fumar para prevenir el cáncer de boca o garganta.

Pero ¿por qué poner énfasis en este aspecto concreto de la salud siendo deportistas?

Porque como es lógico, al tratarse de problemas de salud, afecta y mucho a nuestro rendimiento.

Desde la parte más materialista del asunto, ya que las enfermedades bucodentales tienen consecuencias a nivel económico, con lo que supone tener que organizar nuestra economía alrededor de los tratamientos para la boca, pasando por las implicaciones psicosociales que suele acarrear la salud bucodental y que puede ser un freno importante para poder llevar una buena calidad de vida.

Pero centrémonos en la salud del deportista y por qué la salud bucodental toma aquí extrema importancia.

Los deportistas, pongamos por ejemplo los ciclistas, están expuestos a una serie de riesgos a los que no se exponen por norma general el resto de la sociedad.

Entre ellos destacaremos los 3 más importantes:

 

 

La deshidratación propia del esfuerzo que afecta a la saliva.

La saliva es “el agua  de la vida de la boca”, así la llamaban los romanos. Su función va mucho más allá de poder ingerir los alimentos. Protege mecánica y químicamente la cavidad bucal de infecciones. Aún estando formada por un 99% de agua, el 1% restante es una mezcla clave  para nuestro organismo de materias orgánicas e inorgánicas. Entre ellas las proteínas que crean una película alrededor del esmalte dental dificultando que agentes externos dañen la dentadura.

La falta de saliva durante la deshidratación propia del esfuerzo nos deja expuestos por tanto a infecciones, caries, etc. Hay que hidratarse lo suficiente y correctamente durante los esfuerzos, pero también antes y después. Con agua o, si es verano y tomamos sales minerales, intercalando agua y sales para mantener el frescor y la hidratación de la boca.

Tengamos en cuenta que en muchas ocasiones esta falta de saliva se acompaña de una nutrición en ruta extremadamente rica en azúcares o con el “apretar los dientes” propios del esfuerzo que nos expone a una suerte de bruxismo.

 

La nutrición deportiva en ruta

Incluso cuando tratamos de llevar una nutrición natural encima de la bicicleta optamos, como es lógico y el cuerpo necesita y nos pide, por alimentos altos en hidratos de carbono del tipo azúcares. Esto es así cuando comemos pan con crema de chocolate, dátiles… y es aún más claro (debido a las etiquetas obligatorias) en las barritas, geles o sales minerales procesadas.

En nuestra boca conviven con nosotros una serie de bacterias que mientras se mantienen bajo control nos ayudan a mantener un equilibrio en la salud bucodental. Sin embargo estas mismas bacterias crecen y se desarrollan desde su valor normal a uno insalubre cuando hay un exceso de azúcares desarrollando una capa de biofilm en los dientes.

Cuando el esmalte dental se expone continuamente a este biofilm y a los azúcares se deteriora y daña y surge la caries. Una patología que puede parecer poco importante pero que de no ser tratatada a tiempo puede desarrollar patologías mucho peores al afectar a capas profundas del diente.

Además el biofilm que forman las bacterias alimentadas de azúcar también causan problemas como la aparición de placa dental o sarro, manchas en los dientes, etc.

El azúcar afecta también a nuestras encías provocando diversas patologías entre las más habituales que se enrojezcan, se inflamen o sangren.

Todas y cada una de estas patologías tienen un riesgo altísimo de provocar infecciones que siempre suponen un riesgo elevado para nuestra salud general puesto que podemos encontrarnos teniendo que convivir desde con un dolor agudo en la zona infectada a un traspaso de 

dicha infección a la sangre con la gravedad que ello supone.

 

El “apretar” de dientes

El esfuerzo es tan extremo 

en deportes como el ciclismo que es inevitable que apretemos los dientes en los 

momentos de máxima exigencia. Estos no son pocos en un deporte tan duro como es este.

Los efectos de este hábito que tomamos los ciclistas son muy parecidos a los del bruxismo. Y por supuesto tiene algunos síntomas idénticos:

Dientes aplanados, fracturados, partidos o flojos. Sólo hace falta fijarse en las dentaduras de los ciclistas profesionales o que llevan más años en bicicleta para darnos cuenta del aplanamiento de sus dientes.

Esmalte dental desgastado, por lo que se ven las capas más profundas de los dientes y esto provoca que bacterias como las que causan la caries supongan un problema  mayor y más rápido.

Mayor dolor o sensibilidad dental por norma general en el día a día. Por ejemplo a la hora de comer o de cepillarse los dientes.

Músculos de la mandíbula cansados o rígidos y dolor o inflamación de mandíbula, cuello o rostro que muchas veces no podemos identificar con la biomecánica y la higiene postural y que provienen de ese esfuerzo extraordinario con la mandíbula.

 

Teniendo en cuenta todo ello...

¿cómo prevenimos los problemas de salud que al final nos acarrean una importante merma en nuestro rendimiento?

En los primeros dos casos: HIGIENE. La higiene de nuestra boca y dientes es imprescindible. Es una obviedad que, como solemos decir, por serlo es obviada.

Hay que lavarse los dientes el tiempo suficiente con un buen dentífrico completo en todos sus componentes (flúor, etc…) tantas veces como comamos a lo largo del día.

Lavarse los dientes no acaba con el cepillado. Siempre que sea posible debemos hacer uso del irrigador bucal y, si no es posible, complementar el cepillado con el hilo dental.

Por último debemos enjuagarnos con un buen colutorio adaptado a nuestras necesidades (sensibilidad dental, problemas en las encías, etc.) y recordar que tras el colutorio NO debemos enjuagarnos con agua después.

Esto es especialmente importante cuando realizamos la ducha post entreno o carrera y hemos tomado barritas, geles o sales minerales, ya sean ultraprocesadas como naturales.

La higiene bucal previene dolores y problemas a corto, medio y largo plazo.


Respecto al gesto que hacemos con la mandíbula de cara al esfuerzo máximo cabe tener en cuenta tres aspectos:

El primero es aprender a respirar durante el esfuerzo. Todo el rato que podamos estar respirando con la boca abierta en lugar de encajando la mandíbula reducirá el dolor.

El segundo es prestar atención en las sesiones compensatorias y complementarias para fortalecer en la medida de lo posible la musculatura que rodea al cuello.

En tercer y último lugar prestar atención a la higiene postural siempre, de manera que consigamos un estado relajado de la musculatura de la mandíbula que de por si se tensa en todos los momentos de estrés y ansiedad, ya sea en el trabajo, en casa o ante cualquier situación desagradable. Soltar la mandíbula siempre que nos demos cuenta de nuestra tensión será clave para comenzar a relajarnos.

 

En conclusión, prevenir es mejor que curar y más cuando se trata de la salud bucodental que cuando sus problemas entran por la puerta, el dinero, el tiempo y el rendimiento salen por la ventana

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