Querida Leia

06.05.2024 20:14

Querida Leia,

De un tiempo a esta parte supongo que en el ambiente flota un desengaño total con la política. Máxime en vosotras las adolescentes.

Hoy hemos permitido que se banalice todo y con la excusa de la mal llamada “tolerancia” creemos que es lo mismo ser feminista que machista, ser vegana que torero, comprar moda rápida o producto de comercio justo.

De pronto en el supermercado que han convertido la vida entramos y elegimos aquellos “paquetes” que más nos atraen o más se ajustan a nuestro objetivo. Creemos que todo es igual y sólo es cuestión de elegir sin pensar, sin reflexionar, sólo un click rápido y desliza a lo siguiente sin tiempo para que pensemos en profundidad el cómo y por qué elegimos los valores que elegimos. Sin tiempo para leer o informarnos. No nos queda un minuto para revisar la historia o las distintas corrientes filosóficas o hacer números para comprobar que los que nos venden como bueno no salen más que para los 4 gatos acumuladores de siempre.

Y entre este amasijo de “principios” a elegir según combinen con los zapatos, hemos llegado a permitir que se niegue la violencia machista. No sólo a que haya quien la niege si no que consentimos darles altavoces públicos, permitimos que esparzan sus falacias por las redes en que todos andamos enganchados y así como si tal cosa, de pronto, que una cosa exista pasa a ser una opinión y no un hecho. La tierra vuelve a ser plana, las vacunas son veneno (¿recuerdas los dibujos cuando las primeras vacunas que vimos en el MNACTEC?) y la gente bebe lejía vete tú a saber por qué.

Quizás para la mayor parte de las personas la tierra siga siendo redonda y por eso creemos que quienes lo niegan son cuatro “locos” (los locos pillamos siempre ya sabes) y que no pasa nada, que ni caso. Para qué hacerle caso a medios días habiendo días enteros que decía tu bisabuela, ¿no?

Pero hay cosas que no soportan ese refrán. Hay cosas demasiado instauradas en la mayor parte de la sociedad durante demasiados siglos que a penas empezamos a  tocar de refilón en algunos lugares pequeños del mundo (y muy privilegiados). La negación de los derechos de las mujeres.

Simone de Beauvoir dijo:

“No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.

La crisis continua en que vivimos a causa de un capitalismo exacerbado que se devora a si mismo a base de devorar primero a los y las ciudadanas es el caldo de cultivo perfecto que Beauvoir mencionaba para que surjan aquellas voces que niegan el patriarcado y la violencia machista.

Ahí tenemos a Vox saliéndose de las pancartas cuando nos asesinan a otra, recortando recursos en las administraciones dedicadas a cuidar y proteger a las mujeres y sus derechos, prohibiendo actividades en las escuelas para educar en sexualidad y afectos y aprender a distinguir abuso de afecto, etc. Y ahí tienes también a quienes los avalan y legitiman pactando con ellos en el mismo infierno si hace falta para seguir controlando todo “por detrás” como a ellos les gusta. O a quienes ruegan a estos últimos para redecorar el Poder Judical para que nada cambie y todo permanezca igual viren hacia donde viren mañana los gobiernos.

Los poderes fácticos, que no son los visibles, se encargan de torpedear a cualquiera que quiera cambiar las cosas, que les plante cara. Pues, como dice muy bien Pamela Palenciano, el capitalismo y el patriarcado se necesitan y alimentan. “Feminismo no es repartirse el pastel entre ambos sexos. Es hacer uno nuevo”. Gloria Steinem dixit. Imagínate como van a querer eso los amos del primero.

Pero de entre todas las atrocidades que estamos viendo por estas fechas es, sin lugar a dudas la más dura, la negación de la violencia machos y vicaria. Mujeres y sus hijos, hijas e hijes están siendo asesinados en nuestra tierra cada vez más a cara descubierta. ¿Por qué?

El negacionismo no es inocuo. Pretende simplemente mantener el orden antiguo en que la mitad de la población vivía sometida a la otra mitad manteniendo una clara división entre derechos de unos y obligaciones de otras.

La esclavitud económica y reproductiva propia de siglos pasados toma hoy formas nuevas pero las feministas tenemos la suerte que, al ponernos las gafas violetas, nada vuelve a ser igual.

La perpetuación del poder económico gracias a la brecha de género en los salarios, el techo de cristal, la concentración de los cuidados en nosotras (ya sea dentro del hogar o con los trabajos que se suponen cuidadores), así como el nuevo y modernísimo yugo de la imagen corporal, la moda, la cosmética y demás industrias destinadas exclusivamente a limitar nuestra libertad, son cómplices de ese murmullo incesante del discurso negacionista que cubre incluso situaciones incontestables y dolorosísimas como los asesinatos constantes de mujeres y sus hijes por parte de quienes se creían sus dueños.

Y la sombra de la duda sembrada por ese machismo más recalcitrante crece y se cuela hoy con más facilidad que nunca en nuestros jóvenes. Chicos que pasan horas y horas en internet conectados a “influencers” autodenominados “políticamente incorrectos”, “fachas orgullosos”, etc. que les venden un discurso falso pero altamente comprable: Ellas nos odian. Ellas nos quieren pisotear. Ellas quieren vencernos. Ellas contra nosotros.

A esas edades de ensimismamiento y hormonas que toman el mando, criados como están en un sistema aun sumamente machista, es lógico que sea más cómodo para ellos tomar ese discurso que les libera de toda carga que enfrentarles a la verdad, enfrentarles al hecho de que todos somos parte del problema y parte imprescindible de la solución y que hay que vivir esforzándose por cambiar las cosas por justica y decencia.

De la misma manera, esa sombra de duda, cargada de mensajes tóxicos que culpan a las mujeres de todo lo que les acontece, obviando el bagaje cultural y social que implica simplemente serlo, es el halo que te envuelve cuando vives en el infierno del maltrato. Cuando te levantas y sonríes a tus hijas y las llevas a escuela y vuelves a casa y friegas y recoges. Y entonces te metes en el baño a borrar cualquier recuerdo de la noche anterior y sólo al encerrarte en la ducha, entre el vapor del agua, te sientes segura para llorar. Con sollozos débiles porque ya hace tiempo que sabes que no se te debe oír. Ni cuando estás sola. Y te das vergüenza. Y sientes culpa por tus hijas. Y no sabes qué hacer ni cómo. Y das gracias a que exista la ducha, esos 5 minutos en que puedes dejar salir tu dolor. Al fin y al cabo, ¿a quién le vas a contar? ¿A quién vas a recurrir?  Los jueces muchas veces se “equivocan” y ven jolgorios en la tortura. Los policías muchas veces se “equivocan” y les dicen a ellos que tengan cuidado con ella, que les va a arruinar la vida y no vale la pena.  Los políticos en sede parlamentaria te dicen que es culpa tuya. Que no te pones en tu sitio. Que no existe aquello que estás viviendo. Que estás loca. Y los periodistas que se hacen eco gritan fuerte esas burradas…

…y mientras, ella llora en la ducha y el tiempo pasa y no sabe cuándo será el último golpe, pero ella, mientras el agua cae, sabe que va a llegar.

Y la prensa, los políticos, la policía y la judicatura intentan luchar desde muchos frentes contra esas facciones de sus propias instancias, pero no decimos que el machismo mandó siempre por que sí. El machismo sigue ahí. El machismo manda. Y las voces que deja que se oigan son las de esas personas sin información, formación, cultura y (un mínimo) de empatía, que gritan muy fuerte. Lo que decíamos, son 4 gatos, déjalos. Hasta que dejan de ser 4 gatos y determinan las políticas que se aplican en muchos, pero muchos territorios.

Las ideas negacionistas a veces son un poco como el veneno de una serpiente. A penas son unas cuantas gotas, pero al entrar en el cuerpo la circulación de la sangre por cuidarnos y curarnos lo extiende por todo el cuerpo y llega al corazón que no había llegado. Y ahí mata.

Así que, el negacionismo, como el veneno, con unas pocas gotas basta. Cuidado porque cada vez que lanzamos al aire una falacia envenenada estamos dándole alas a aquellos monstruos con piel de cordero que se ríen del dolor de todas nosotras. Y convencen, ¡claro que convencen!

Tenemos una vida de mierda, trabajos precarios, sueldos irrisorios, deudas hasta las cejas, nula conciliación familiar, esclavitud a la imagen y a las redes sociales, poco tiempo y el que tenemos cansados. Alcohol, tabaco, etc. y comida ultraprocesada son el SOMA de nuestro día a día.

¿Encima tengo que plantearme que tengo que currarme cambiar el sistema o que tengo la culpa de lo que pasa? Que se la curren los de arriba que me fríen a impuestos, ¿no? Mira, mejor si no hay nada por lo que luchar. Negarlo y solucionado.

El negacionismo mata y se sustenta y alimenta del sistema patriarcal y es por ello que parece utópico acabar con ello.

Pero ¿sabes? No hay nada, NADA, más poderoso que una niña con un libro. Una niña que se quiere y sabe lo que vale. Una mujer joven, muy joven, que aprende a cuidar su cuerpo para ser fuerte y para estar sana no para gustar y ser delgada. Que hace deporte y conquista con su cuerpo los terrenos que se le negaron siempre y aún se le niegan. Que se forma y escoge DE VERDAD libremente (conociendo todos los ítems, también los del imaginario colectivo que la condicionan) su vida, su carrera, su familia y su futuro.

Nada más poderoso que esa niña quiera y vea en las demás eso que hasta ahora no nos dejaban ver las unas de las otras. Y juntas, todas, decidan TAMBIÉN como va a ser el mundo en el que habitan incorporando sus cualidades increíblemente grandes y potentes para hacer de la realidad de todos una realidad mejor y más justa.

El negacionismo nos mata Leia. No lo veas como algo baladí.

El feminismo hará de éste un mundo mejor para todos y todas.

Esas chicas que te rodean en el instituto, esas mujeres que te cruzas por la calle o las abuelas que están en la cola de la caja cuando vas al Mercadona, TODAS son tus hermanas. TODAS viven sometidas al patriarcado. Toma perspectiva y recuerda, ante la duda SORORIDAD. (No es complacencia o tener que tragar con todo, ya sabes, te digo muchas veces que el feminismo no son mujeres y el machismo hombres. Hay muchísimas mujeres machistas. Pero no lo son por el mismo motivo ni les influye igual. Y aún así no tienes ningún deber con ninguna mujer por el hecho de serlo ni sus opiniones son respetables por ser mujer. Piensa bien. Elige bien. Y recuerda que al final, del final, sois compañeras de lucha. Aunque no lo sepan).

El negacionismo se combate.

Hagámoslo. Para que aquella mujer que hemos dejado llorando en la ducha entienda que no tiene la culpa. Para que pueda pedir ayuda. Porque seremos muchas, tú, yo y todas las demás quienes la sostengamos si le hace falta.

No te rindas nunca al sistema cariño. Las mujeres no podemos permitírnoslo.

TE QUIERO MI NIÑA, MI PRINCESA,  MI GENERALA

Mamá

 

 

 

 

Contacto

CD RCR19 C/ OLOT, 47
TERRASSA
08227
626.40.15.03 rcr19raul@gmail.com