QUERIDA LEIA DEL PRIMER DÍA DE LA NUEVA NORMALIDAD
Querida Leia,
Estamos en plena pandemia. Te dirán que no, que ha pasado. Es mentira. Simplemente alguien tiene que mover el dinero para que los de siempre se mantengan tranquilos de que sus cajas siguen bien cerradas con llave e innaccesibles al común de los mortales.
Hoy te voy a hablar de algo que es absolutamente clave para que seas feliz y libre, es decir, reflexiva y consciente.
Los seres humanos somos un solo ser. Una persona es a la vez todas las demás. Estamos conectados. Quizás hace uso años menos… aunque simplemente con irnos a Atenas en la época que Esparta asediaba la ciudad y la peste mataba a los habitantes confinados nos serviría para ver como todos y cada uno influimos en la vida de los demás. O quizás podemos ir algo más adelante, a la época en que los españoles llegamos a América y llevamos con nosotros la viruela y el sarampión entre otros bichos que acabaron con hasta el 90% de la población americana.
Olvidamos siempre que no somos unos seres de luz, un alma inmortal como hasta ahora se nos vendía desde los distintos púlpitos en las distintas religiones, si no que en el plano terrenal somo solamente un sistema biológico más hecho a base de células, moléculas, átomos… y de cuya mecánica no podemos escapar.
La Fé en otro mundo para evitar la náusea que Sartre tan brillantemente definía hasta dejarte sin aliento, nos hizo olvidar globalmente el mundo real. Ese del que oirás jactarse a todos diciéndote que la metafísica es sólo un estorbo que impide vivir porque te ancla en “los mundos de Yupi” (esa expresión otra vez… una de las más dañinas de la historia reciente española).
Sepas que cuanto más se jacte una persona de tener los pies en el suelo y saber todo del mundo y de cómo funciona, menos idea tiene de absolutamente nada y más alienada está. Esto es, más ha permitido que reconduzcan y reorienten su pensamiento para coincidir con el de la masa a la que se ha decidido que pertenezca.
Recuerda, ninguna creencia tiene una base empírica, las creencias sólo son imaginaciones personales que compartimos con otros que creemos iguales.
La verdad, la realidad que se puede tocar, experimentar, analizar, observar… está en constante cambio, abierta siempre a ser ampliada o refutada o reafirmada. La realidad está viva y cambia porque está fuera de nosotros y cómo manejemos nuestros sentidos y cómo controlemos nuestra mente definirá lo cerca o lejos que estemos de ella.
Pues bien, hoy tenemos una pandemia que nos debería haber recordado que mi cuerpo y mis circunstancias son parte de un todo ya que nos hemos pasado el COVID 19 de unas a otras sin control posible. Sin embargo, resulta que nos encontramos que el pensamiento individualista está más exacerbado que nunca. Es un pensamiento interesante porque creemos que nos libera del peso de la ser responsables de los demás pero en realidad nos mantiene aislados ante los demás y eso es una imposibilidad biológica ya que el ser humano es un ser cooperativo por naturaleza. Esa contradicción crece en nosotros alimentando emociones que no conocemos ni sabemos para qué sirven, porque si lo supiéramos no nos dejaríamos llevar por ellas: el miedo, la ira… que se transforman inexorablemente en odio, envidia, ambición, recelo… Y a unos pocos les interesa que vivamos en el más absoluto analfabetismo emocional.
Así pues te repito: Mi vida se vive también en los demás y la de los demás se vive en mí.
Y llegamos al día ayer donde una señora reaccionaria muy digna ella con un tono muy calmado, “¡abogada del estado!” te dirán algunos (ya te contaré cómo se mantiene la desigualdad estructural entre los poderes y los pobres y que ese sistema de meritocracia según cual cualquiera puede aprobar el examen de esa oposición es una absoluta falacia puesto que sólo quien puede permitirse los años y el esfuerzo para estudiar pueden aprobar ese examen, te recuerdo que hoy hasta el tiempo se tiene que comprar con dinero, así que…), dice en una intervención grabada y televisada que las mujeres somos libres, que cuidamos de nuestra familia libremente y que tenemos absoluta libertad y posibilidad de llegar donde queramos esforzándonos, ¡igual que los hombres dice la señora!, ante la ministra de Igualdad. Ministerio que dicen muchos y muchas no ser necesario. Ya te he escrito antes sobre las desigualdades en pensiones, sueldos, sobre el techo de cristal, las aberraciones en el deporte y la actividad física, la cosificación (incluye prostitución o vientres de alquiler) o la carga mental (ésta última en nuestro mundo privilegiado una de las peores de las que no pasamos hambre ni vivimos bajo el yugo de la violencia) entre muchísimas otras barbaridades que padecemos las mujeres de forma sistémica.
Ya decía Simone de Beauvoir que el enemigo no sería tan fuerte si no tuviera aliados en nuestras filas, aunque ella lo decía mucho mejor: "El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos"
Y es que Leia, hay muchas mujeres, muchísimas, en tu familia misma las tienes, que lanzan mensajes a las redes sociales (única fuente de información hoy par amuchas personas por desgracia) con mensajes como el que sigue: Soy mujer,trabajo ,no me siento cosificada,soy independiente y escuchando a la marquesa de Galapagar ministra de igualdad no es que me no me sienta identificada es que me chirría,que personaje tan pedante e insoportablemente soporífera !En mi nombre No !
Qué dolor leer esto de mujeres, ¿verdad? Pues bien, yo misma lo decía hace unos 6 ó 7 años atrás. Hasta que la vida me puso en el sistema de la violencia de género como víctima. Yo llevaba una ventaja, yo soy bipolar, estaba acostumbrada a no fiarme de nada de lo que pensara o sintiera de forma automática y a pensar qué me llevaba a las crisis para poder mantenerme viva. Esa fue mi suerte. Cuando llegó el momento escuché, me informé y me quité las vendas para ver todo lo que me rodeaba. Así que sí Leia. Cuando se habla de mujeres se habla de todas. ¡Siempre en mi nombre!
Entre las mujeres blancas el trabajo que yo hice a marchas forzadas no es demasiado habitual. De hecho, el feminismo aboga por la igualdad y demasiadas personas que se creen feministas somos racistas o paternalistas o invisibilizamos demasiadas opresiones.
No somos mejor que Olona o tus familiares. No somos tampoco peores. Somos seres humanos sociabilizados en un sistema que nos sitúa en un escalón de la jerarquía humana y no nos cuestionamos más que hasta dónde nos sentimos cómodas o seguras.
Sólo hay una manera de escapar de eso: NO OLVIDES QUE JAMÁS TENDRÁS LAS RESPUESTAS Y QUE SI SE ACABAN LAS PREGUNTAS ES QUE EL CAMINO QUE HAS ELEGIDO PARA PENSAR NO ES EL CORRECTO.
Que haya mujeres que piensen que son libres, bueno… en fin, es su decisión. Tienen como todas las demás la información para cuestionarse.
Pero que pasen esa supuesta libertad (que no es más que la manera en que se viven pero no una realidad) por delante de la dignidad del resto de seres humanos es vomitivo. Lo sé, es horrible decir estoy y no tengo derecho a juzgar las opiniones o valores de los demás porque yo también soy un humano limitado y con sesgos cognitivos pero…
¿Si no se consigue la libertad real quienes la tenemos más cerca (según ellas) como vamos a conseguir además de conquistarla para nosotras ampliar desde esa posición de poder que se nos abriría la posibilidad a que las demás luchen?
Cuando hablo de libertad real hablo de derechos de facto, no los escritos en papel mojado. Derechos reales. Hoy leía también un tweet que citaba al BOE en oposición a estudios sobre la violencia machista o el machismo estructural (que por cierto, es más o menos lo mismo). Por desgracia la legislación de hoy ya no es que no se acerque ni lo intente a la justicia, es que además se ha convertido en un laberinto del que sólo escapan quienes conocen la ley no escrita que dibuja el mapa de las puertas invisibles a las que se entra a base de poder o dinero.
Para muestra de cuánto dista lo que puede decir una ley del escenario que existe incluso aplicándola, hablemos de la que la mayor parte de conservadores y reaccionarios veneran, La Constitución de nuestro país.
Cito:
Título I. De los derechos y deberes fundamentales
Artículo 10
- La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social.
- Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.
Los derechos humanos ratificados por España y publicados en el BOE en 1979 junto con las aclaraciones e interpretaciones, que en ningún caso anulan el grueso de la declaración “CONVENIO PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS Y DE LAS LIBERTADES FUNDAMENTALES”, las tienes en el enlace siguiente:
https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-1979-24010
Destaquemos un artículo:
ARTICULO 14:
El goce de los derechos y libertades reconocidos en el presente Convenio ha de ser asegurado sin distinción alguna, especialmente por razones de sexo, raza, color, lengua, religión, opiniones políticas u otras, origen nacional o social, pertenencia a una minoría nacional, fortuna, nacimiento o cualquier otra situación.
Bien Leía, paséate por los barrios más pobres de tu propia ciudad. Mira qué nivel de segregación tienen las escuelas y en qué repercute. Observa cuantos hombres se hacen cargo de las labores del hogar y cuantas mujeres. Observa sus edades. Lo mismo puedes hacerlo en el barrio central, habitualmente el que habitan los más ricos y cercanos al poder. (En nuestra ciudad es aun más aberrante, muchos y muchas de quienes ostentan o quieren ostentar el poder viven en el pueblo de al lado, una suerte de oasis con el CUARTO PIB MAYOR DEL PAÍS (ojo, que de los cinco primeros en ninguno hay industria, comercio, turismo… Según nos venden eso es la clave del éxito. ¿Cómo puede ser? Piénsalo)
Negar la evidencia de que vivimos en un mundo injusto donde efectivamente
sexo, raza, color, lengua, religión, opiniones políticas u otras, origen nacional o social, pertenencia a una minoría nacional, fortuna, nacimiento o cualquier otra situación
define que tengas o no oportunidades para conseguir una vida digna es una mentira que nos repetiremos tantas veces como queramos y no dejará de ser una falacia tóxica.
No es verdad de ninguna manera que los derechos humanos existen o se aplican. Una persona hoy está determinada por dónde nace, que color de piel tiene y, sobre todo, de cuanto dinero dispone él mismo o su entorno.
Ergo, la igualdad no existe.
Si no existe para nadie es obvio que menos para las mujeres que históricamente han sido relegadas a un segundo lugar por su condición biológica de madres (quizás al principio hubiese tenido algo de sentido, pero ahora no necesitamos salir a cazar para comer señora Olona (por acogerme al reduccionismo absurdo dela antropología a que suelen acogerse ustedes) así que hombres y mujeres pueden cuidar y DEBEN cuidar en igualdad de sus clanes de manera que las mujeres, seres humanos racionales por definición, tengan tiempo y ganas de realizarse como persona más allá de un rol o de seguir un estereotipo físico. A su vez eso permitiría que los hombres puedan vivirse de otro modo más emocional con lo que su salud física y mental mejoraría así como su capacidad de relacionarse. Ganamos todos señora).
Es interesantísimo leer como se llegó a conseguir que las mujeres, al menos ante la ley, fuéramos iguales a los hombres en España. No, no fue una consecuencia natural y lógica. El movimiento sufragista internacional, invisibilizado en los currículums de muchos colegios hasta hace muy poco, fue clave, las primeras olas del feminismo, igualmente invisible en los currículums, así como la lucha obrera en clave femenina, invisible absolutamente (ya sabes que el 8 de marzo no se celebra, se conmemora), fue lo que determinó el cambio en los países que llamamos avanzados.
No es una evolución natural ya que nuestro sistema de creencias, vuelvo al inicio, no es algo natural si no un artificio que creamos y perpetuamos o no nosotras, todas las personas. Por lo cual: todas los derechos civiles que fueron perdiéndose hasta el punto máximo de aberración del oscurantismo del medievo se han ido ganando sólo y exclusivamente a base de reflexionar, poner el foco sobre las injusticias, alzar la voz y no conformarse ni dar nada por sentado y, por encima de todo, uniéndonos y luchando juntos. Las mujeres siempre dominadas comenzamos la lucha en cuanto nos dejaron y hoy no vamos a parar puesto que llevamos siglos de desventaja.
Cada una de las veces que los ciudadanos se han relajado y han creído que todo estaba logrado todos los pasos que se habían avanzado se han retrocedido. Tanto en Europa como fuera de ella.
Así que Leia, recuerda que es absolutamente imprescindible mantenerse en lucha. Es vital recordar que la igualdad no existe y que si quienes podemos luchar por ella no lo hacemos no nos convertimos en inofensivos neutrales, no, somos cómplices de la fuerza contraria al cambio, de esa “gravedad” inalterable que nos pega a al suelo dejándonos a la mayoría sin la más mínima posibilidad de volar.
Leia a nadie le gusta plantearse que su zona de confort es una jaula. Ni que las creencias que le guían son cadenas. Ni por supuesto que aquellas decisiones que “tiene que tomar” por que es lo “normal” son armas que hieren a los demás.
Nadie quiere reconocer eso. Pero esa es la verdad.
Y no, no podrás cambiar las cosas sólo tomando conciencia. No, no podrás sola. Pero en primer lugar podrás decidir mejor por que serás consciente de la realidad que te envuelve y de quién eres tú en realidad, eso te dará un poder extraordinario.
En segundo lugar, identificarás quienes están luchando por insuflar paz, justicia y dignidad al mundo y quienes no, con lo que podrás redefinir tu entorno y tus posiciones.
Y en tercer lugar, cuando seas capaz de ver todo eso, no habrá marcha atrás. Se dará un cambio en ti y ahí sí, podrás elegir quién eres, por qué lo eres y cómo serlo y serás consciente de tu responsabilidad por lo que, sólo ahí, podrás ser una persona coherente e íntegra huyendo de delegar responsabilidades en tu cultura, religión, bandera o color.
Créeme, pocas cosas dan tamaña satisfacción que darse cuenta de que siempre fuiste y serás dueña de tus decisiones.
Leia, el mundo humano está herido. Siempre lo ha estado pero quizás hacía tiempo que no se extendía tanto la enfermedad. El miedo y los intereses de unos pocos (querida, tú no eres ni serás uno de ellos por nacer dónde naciste y de quién naciste) quieren poner tiritas y olvidar.
Pero no podemos seguir soñando con que una tirita en un dedo cortará la hemorragia sin fin que tenemos en la arteria femoral y que nos está matando.
Por que no ver a quién sufre no disminuye su dolor. Y su dolor es el tuyo. Así que, si por alguna puñetera casualidad de la vida consigues ser una mujer libre e igual a los hombres (cosa que dudo porque los referentes que tienes fuera de casa en el mundo de la mujer libre son cualquier cosa menos esperanzadores:
no olvides que tú eres una gota en un océano y que la mujer es un concepto que nos une a todas y cada una sin excepción.
Mi vida se vive en ellas. Su vida se vive en mí.
Y por eso lucho. Y por eso lucharé. Y por eso, sobre todo, no me callaré para que siempre tengas más de un prisma con qué mirar y eso te lleve necesariamente a pensar.
Y es que hija mía: Piensa. Reflexiona, cuestiónalo todo, a todos y a ti misma. Recuerda que pensar es de lo poco que tenemos que no pueden controlar. Pueden invitarte a pensar lo que ellos quieran. Lo ves en tu entorno. Lo ves en la abogada Olona. Lo ves cada día y a todas horas. Pero al final sólo es una invitación que tú decides tomar o rechazar. En ambas opciones tomas una posición que influye en el mundo. No lo olvides.