PUES YO SÍ GENERALIZO

05.06.2020 14:08

PUES YO SÍ GENERALIZO

Qué hartura de que hayamos creado tantísimas barreras para comunicarnos construidas precisamente con las palabras.

Resulta que si te grito a la cara que ¡EL MACHISMO ES UNA MIERDA DE LACRA SOCIAL QUE NOS MATA A LAS MUEJRES Y QUE TODOS TENEMOS LA CULPA DE QUE NO PARE!

No tengo razón porque he perdido las formas y claro… si pierdes las formas pierdes la razón. Ergo, que yo chille convierte el machismo en un tesoro cultural de nuestra sociedad que surge por combustión espontánea.

Visto así parece absurdo, ¿verdad?

Bien, aceptemos la posibilidad, sólo la posibilidad, de que los argumentos, el fondo, las palabras y las ideas son las que deban guiar nuestra comunicación más allá de si pongo esta u otra cara o alzo o bajo la voz. Al fin y al cabo, cada día más nuestra comunicación deja de ser presencial para convertirse en audio-monólogos de whatsapp, textos, frases y como máxim algún Emoji que puede aportar una mínima pista sobre las emociones del que se expresa.

Pongamos que podemos leer lo que se nos dice. Pongamos que sólo vemos las grafías. Esas letras que alguien nos dijo que era imprescindible conocer y descifrar para poder a su vez conocer el mundo que nos rodea. No como hacemos ahora para juzgar a quién las dice/escribe.

Pero incluso haciendo ese ejercicio nos ponemos barreras imaginarias para impedir la reflexión, la revisión de las creencias propias, el pensamiento crítico.

Hay un listado completo de palabras destructivas: culpa, perdón, sacrificio… pero de algunas de ellas hemos hablado antes y otras creemos firmemente que caen por su peso solas cuando reflexionamos un poco.

Hoy vamos a por una expresión un poco más laica e igualmente destructiva: “no generalicemos”

Sí señores y señoras, YO SÍ VOY A GENERALIZAR. Y no voy a usar sólo mi opinión para defender esta decisión. Voy a utilizar argumentos y datos contrastables.

Para empezar voy a hablar generalizando porque generalizar según la RAE en su tercera acepción es “abstraer lo que es común y esencial a muchas cosas, para formar un concepto general que las comprenda a todas”.

Como nadie nunca ha hecho una denuncia pública ni hay movimientos políticos reaccionarios ante el que alguien haya aseverado que las manzanas son verdes, doy por sentado que lo de “generalizar” sólo molesta cuando se trata de generalizar sobre personas.

Pero que moleste mucho no puede hacer que perdamos la oportunidad magnífica que nos da el lenguaje para revisarnos a nosotros mismos y enfrentarnos a todo aquello que nos incomoda.

Y es que queramos o no queramos el ser humano como individuo no existe. O no existiría más bien dicho. El ser humano es un animal que ha llegado donde está colaborando.

Cada ser humano es parte de un todo.

Así que sí: somos machistas, somos insolidarios, somos inconscientes, etc.

Y lo somos porque lo que somos todos juntos se constata con cifras y hechos. NO es opinión:

“Cada día un promedio de 137 mujeres alrededor del mundo mueren a manos de su pareja o de un miembro de su familia, según una información dada a conocer por Naciones Unidas.

En un informe, el organismo concluye que "el hogar es el lugar más probable" donde las mujeres son asesinadas.”

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46342533

“Las 26 grandes fortunas del mundo acumulan tanta riqueza como las 800 millones de personas más pobres.”

https://ayudaenaccion.org/ong/blog/derechos-humanos/ejemplos-desigualdad-economica/?gclid=CjwKCAjw2uf2BRBpEiwA31VZj8c26PtnVlplTsdGLPeW8qYn6QVvpH_QNZiQP_CeabQfdn2JX0MNGxoCKgIQAvD_BwE

“…un 38,2% no lee nunca o casi nunca, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2018, (…) Dentro de los datos facilitados, el 49,3% de la población son lectores frecuentes y un 12,5% son ocasionales. Según el estudio, la falta de tiempo sigue siendo el principal argumento de los no lectores para explicar su falta de hábito (un 49,3% de los encuestados).

Aquí con cuidado: la lectura incluye todo. Otro fragmento del mismo estudio/artículo:

“Entre los lectores en tiempo libre destacan las mujeres (67,2%) frente a los hombres (56,2%), once puntos porcentuales de diferencia. Estas también son más lectoras de libros y redes sociales. Por el contrario, los hombres son más lectores de periódicos, comics y webs, blogs y foros.”

CUIDADO CON NO FIJARNOS EN QUE LEEMOS MAYORITARIAMENTE OPINIONES Y QUE LA ELECCIÓN DE ÉSTAS VIENE DETERMINADA POR LA BIOLOGÍA: NUESTROS SESGOS COGNITIVOS.

https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-01-22/barometro-habitos-lectura-libros_1774134/

 

Pero para explicar en profundidad porque somos todos machistas, todos, insolidarios y todos inconscientes por mucho que tú no pegues a tu mujer, tú dones mucho a ongs (o quizás por eso os dejamos este enlace  https://elordenmundial.com/atrapados-en-la-pobreza/  “Sin embargo, no debemos perder de vista lo fácil que resulta convertir la ayuda en una herramienta de dominación. No tenemos que caer en teorías conspiranoicas que simplifican el problema: la realidad es que la entrada de ayudas económicas genera una serie de dependencias que pueden ser utilizadas por poderes —locales, nacionales o internacionales— para dirigir a los receptores en la dirección más oportuna”) volvamos a dejar de las opiniones para centrarnos de nuevo en la información, en los datos.

Nadie puede negar hoy que la sociedad está absolutamente globalizada. No hay ya un primer mundo y un tercero. Ni una cultura diferenciada de otra. Sí, hay diferencias en cada individuo y algunas entre grupos de individuos definidas según en qué región del globo fijemos la vista. Pero nada destacable. El estornudo de una niña puede causar una epidemia en el extremo opuesto del mundo. Así que podríamos decir que la humanidad es hoy un solo ser humano. Un solo cuerpo.  

Y si analizamos un cuerpo volvemos a encontrarnos con la cooperación. La clave de la vida. Probablemente no haya otra característica más poderosa en la naturaleza.

Pensemos en ese solo hombre. En ese solo cuerpo. Sobrevive por que en su organismo las distintas moléculas cooperan entre sí. Este confinamiento hemos recordado en las clases de nuestr@s hij@s la serie “Érase una vez el cuerpo humano”. Cada célula de nuestro cuerpo existe, se mantiene sana, sobrevive en pocas palabras, porque más sustancias/moléculas/otras células colaboran, se complementan, para hacer ese trabajo. ¿Recordáis como los glóbulos rojos transportaban el oxígeno para entregarlos a las células? ¿Cómo las bacterias trenzaban las proteínas y vitaminas? ¿Recordáis las neuronas corriendo arriba y abajo para que todo se mantuviese en orden y seguro?

La vida dentro de nosotros existe porque existe la cooperación.

Si en ese cuerpo y hubiese una sola célula cancerígena y el sistema inmunológico no hiciera nada, la reproducción de la enfermedad sería imparable.

Aun así, es probable que, incluso aunque el cuerpo luche no pueda luchar contra algo ajeno a su propia capacidad. Entonces, cuando el médico se diera cuenta, quizás habría ya muchas, pero muchas células infectadas que probablemente se hubiesen concentrado en un tumor en un punto concreto del cuerpo.

Y el médico dirá que hace falta tratamiento rápido:

  • Hay que extirparte ese trozo de tu cuerpo. Después haremos unas sesiones de radio o quimio, dependerá de cómo vaya la operación. No te preocupes que con eso vivirás sano y feliz.

¿Qué creéis que dirá el paciente?

  • Perdone doctor, ¿pero como se atreve? Está generalizando. Eso son sólo unas cuantas células de mi cuerpo. No es culpa de las demás. O sea, ahora, porque haya cuatro células podridas tengo que extirparme unas que están perfectamente bien y que no han dado lata nunca. Y encima todas las demás tienen que exponerse a una anestesia general. ¿Si las demás están bien por qué tienen que sacrificarse? Y luego quimio. Claaaaro. Como si todo mi cuerpo tuviera la culpa de que esa pequeña parte esté liándola. No señor, no. No generalicemos. La mayor parte de mí está bien y va a tener que buscar una forma de que SOLO Y ÚNICAMENTE esas células desaparezcan sin que las demás tengan que hacer nada. A TODAS las demás me las deja tranquilas que no han dicho ni mú nunca y no tiene porque meterse en este embolao.

Vaya… qué absurdo suena, ¿no?

Yo creo que lo normal es preguntar si hay tratamiento y entender que una célula enferma es un riesgo para todas y que todas las demás tienen que esforzarse por solucionar el problema. Vaya o no vaya con ellas.

Me parece absolutamente lógico que el bien común, en este ejemplo salud, esté por encima de cualquier otra consideración máxime cuando sabemos que todas las células del cuerpo están conectadas de un modo u otro.

Pues bien, La humanidad, nosotr@s, somos un solo cuerpo lleno de células podridas. Y las hemos dejado tan a su aire porque el resto no tiene porque involucrarse, ni han molestado nunca, que ahora tenemos una metástasis del carajo.

Pero ¿Por qué? ¿Qué nos ha llevado a que de pronto nadie detectase la enfermedad o que echemos a un lado, invisibilicemos o enmudezcamos a quien la detecta?

El individualismo. Nos la han colado pero bien. Pero de nuevo básicamente es un problema de léxico. Fácilmente solucinable.

Antes de seguir: Sí. En la antigüedad vivíamos “colectivamente” y éramos igualmente una sociedad desigual, injusta, supersticiosa y analfabeta. Es cierto.

Lo que sucede es que no vivíamos colectivamente. Hace muchos miles de años que no vivimos cooperando y de forma colectiva. Es normal. Nuestra naturaleza nos llevó a ser la especie violenta, prepotente, chulesca y temeraria que hemos sido. Podría decirse que se llegó al máximo exponente con Nerón, Napoleón o el monstruoso Hitler pero la verdad es que ese pensar reaccionario en ocasiones y esa toxicidad ideológica anda hoy en su máximo apogeo. Sólo que como los campos de concentración nos pillan un poco más lejos nos importa más bien poco. (Entonces también pasaba, por ejemplo con los Nazis hubo campos de exterminio mucho antes de que nadie interviniera. No fueron las vidas o el nacismo lo que se combatió desde los despachos. Fue la ostentación del poder).

Hemos vivido bajo el yugo constante de las creencias. Religiosas en muchos casos pero no sólo. Desde los albores de los tiempos quienes tenían poder se guardaron mucho y para ellos el secreto que nos hacía libres: la educación. No la enseñanza reglada, lo que nos ha llegado hasta hoy con más o menos fortuna según la latitud en que hayamos nacido. LA EDUCACIÓN CON MAYÚSCULAS. Es decir: el pensamiento crítico, el acceso a la información que otros llegaron a conocer o buscan hoy o las ideas que se planteaban u otros se plantean hoy.

Así la pirámide no varió nunca. Desde la egipcia con el faraón y los sacerdotes en la minúscula cúspide hasta la amplísima base de esclavos, a la medieval con el Rey y el clero arriba y los pobres abajo, hasta la de hoy con el supermillonario que decide en la poltrona del consejo  de administración en las alturas y  la base de 1.300 millones de personas pobres repartidas en mayor o menor medida por cada uno de los rincones del planeta (sólo de las que hay alguna constancia en un papel, hay que sumar las que no están pero existen).

 

Pues bien, hay un cambio hoy. Hoy tenemos una red en la que, escondido bajo el odio, las creencias, las identidades colectivas inventadas… hay también todo lo demás que nos hace humanos. Capacidad de pensar, reflexionar, revisar, aprender, desaprender y volver a aprender. Internet.

Hoy no hay excusa. Al menos en el mundo de los privilegios. El nuestro.

Hoy podemos plantearnos que aquellas creencias antiguas del apego, la familia, el honor, la sangre, el pueblo… que nos mantenían a una distancia insalvable del resto de clanes del planeta no existen ya.

No existen porque era obvio que antes o después, una civilización con tanto acceso a libros, ideas, pensador@s... Se iban a dar cuenta de la toxicidad que suponían para las personas.

Así que el sistema nos inoculó una vacuna contra ese bichito de la inquietud que se nos despierta cuando empezamos a percibir que algo no funciona bien. Algo que nos dejase en paz y evitara que buscásemos más allá.

La jeringuilla nos metió una idea tremenda: “tenéis razón… anular al individuo en el grupo es una aberración. Anulemos el grupo. Sólo el individuo importa”.

Ahora vivimos una adolescencia interminable de reafirmación de mi mism@ que no llega nunca por que hasta la rebeldía está debidamente organizada. De hecho, tienes la guía en cada revista, anuncio o programa, la compras en las boutiques de moda/cremas a precios muy asequibles, te la preparan idénticamente igual en cada peluquería, tienes Instagram, Facebook, Strava para colgar tus fotos y dejar constancia, filtro mediante, de cuánto te pareces tú también a esa imagen de individuo libre (¿? Frase sin sentido donde las haya), incluso hay redes sociales que sirven para repetir y repetir todos a una un mismo gesto (Tiktok)…  Sólo que claro, al ser así, el verme a mí mism@, sólo a mí, fuera de la masa es complicadísimo. Imposible de hecho.

De pronto resulta que ese YO, yo, yo y luego yo no vale sino soy el YO que se espera que sea.

La rebeldía como producto, como antes hicieran con la estética, la expresión de las emociones y demás. Nada nuevo.

Y es que ante el “dar sin pensar en mí” súper tóxico era lógico que huyésemos despavoridos lo más lejos posible al “darme sin pensar en l@s demás” que se nos ofrecía. Y aquí estamos.

Somos una neurona que como no tiene por qué avisar al cerebro de que hay una célula infectada, así que no lo hace. Porque le avala su libertad. Por que es su derecho. Por que nada la somete.

El individualismo propio de nuestro sistema económico, donde todo lo que necesito lo puedo comprar y por tanto no necesito a l@s demás, nos trae al hoy.

Y nos trae a esa visceral respuesta de: “No todos somos…” “No se puede generalizar “. Puesto que no es justo porque somos individuos “absolutamente independientes que nada tienen que ver unos con otros”.

Sin embargo, os invito a entrar en vuestro IG y dar abajo echando sólo un vistazo, sin mirar los nombres de las cuentas que seguís, durante un par de minutos.

Después preguntaros ¿qué he visto que se salga de la norma?

Cuando dejamos de ver el individuo, para ver el cuerpo, comenzamos a recolocar nuestras ideas para definirlas como creencia o elección y, lo que es más importante, también nos recolocamos dentro de la humanidad. Dejamos de ser un ente suelto para ser de pronto parte activa, viva, de un organismo mayor en el que sí tenemos una incidencia.

Así que sí, sólo generalizar nos ayuda a poder comenzar a verbalizar frases muy dolorosas. Y son muy dolorosas porque son de verdad.

El mundo es como es porque lo permitimos.

No. El silencio, el “vivir al margen de los demás” (cosa que acabamos de constatar que no pasa por que es una imposibilidad en este sistema) no nos hace inocentes.

Antes al contrario.

Cada mañana nos levantamos y desde ese primer gesto en que abrimos los ojos decidimos qué hacemos.

No, tampoco lo hacemos de forma inconsciente. Hasta donde sabemos científicamente a día de hoy, y con todas las carencias aun en los datos objetivos y cuantificables sobre los conceptos mente-conciencia-alma, somos todo el día, de forma impepinable, un TODO. Nadie puede dejar la conciencia en un cajón para seguir con sus faenas diarias.

Otra cosa es que no le prestemos atención porque la conciencia no puede fotografiarse y ponerse en Instagram por lo que no nos aporta nada. Pero está ahí. Y eso significa que podemos en cualquier momento, sin más esfuerzo que prestar atención, comenzar a utilizarla para percibir el mundo en que nos movemos desde lo que somos, dónde somos y en el momento que lo somos y no desde lo que nos han dicho que tenemos que ser, desde dónde nos han dicho que tiene que ser y cuando nos digan que tiene que ser.

Cuando yo tomo conciencia y me sitúo en el aquí y el ahora percibo todas esas decisiones que nos pasan inadvertidas, desde qué tipo de café me preparo en el desayuno, a qué ropa me pongo, por qué me maquillo, qué medio de transporte uso y por qué, qué influencia ejerce en el sistema el trabajo remunerado que hago, etc…

De pronto, de forma natural, somos una célula en un cuerpo completo que se da cuenta de que otra le trae oxígeno, otra le ofrece alimento, otra le ayuda a no ponerse enferma, otra la mantiene hidratada, etc. Y esa célula que somos a su vez ayuda a mantener fuerte por ejemplo ese tejido que conforma el corazón que mantiene al cuerpo vivo.

De pronto nos damos cuenta de que sin el Todo no podríamos existir y del mismo modo, que el Todo se ve influido por como yo interactúo con el resto de células, moléculas…

Por lo tanto el primer paso para solucionar la enfermedad de la humanidad es dejar de decir que “está” enferma, para decir “estamos enfermos”.

Otra vez sólo palabras. Sólo es cuestión de léxico. Y es que es obvio que lo que mi cerebro imagina al pensar en esas dos frases no es la misma imagen. En una yo no estoy, en la otra sí. En una hay posibilidad de cambio por que yo soy quien lo lleva a cabo, en la otra no.

Así que sí, creo que empieza a tocar generalizar. Perder el miedo a ello. Al menos en lo que a conceptos cuantificables y objetivables se refiere.

Sobre todo, por que contactar con quien somos en el clan global, el único real, la tribu humana (dónde no hay diferencias por color de piel, sexo, credo, domicilio…) nos conecta con quién somos como individuo. Y ahí sí somos libres. Ahí sí conectamos con nuestra individualidad porque de pronto tenemos un poder brutal en el seno de cada uno que influye en el de todos los demás.

Perdámosle el miedo a las palabras. Empecemos a decir aquellas que nos duelen, nos remueven o nos parecen “un ataque”. Particularmente porque las palabras no son algo físico, no son un cuchillo que se clava, son sólo una idea que flota en mi mente ergo, si siento dolor, ataque o incomodidad, no es la palabra la que tiene que revisarse si no yo mismo para dar con qué herida tengo abierta que me convierte en tan vulnerable, frágil, débil ego. Un ego por cierto que yo no he construido porque en el sistema actual hasta el ego lo hemos comprado en el muestrario de posibles  en el omnipotente y omnipresente Mercado, el mágico Mercado “apersonal” que dicen que nos rige.

También eso es una trampa. El Mercado no “es”. El Mercado “somos”. Y del mismo modo deja de sacarte de las demás informaciones.

Inclúyete.

No digas “los ricos” hacen que “haya pobres”. Cámbialo por “nosotros hacemos que haya ricos y pobres”. Dejemos de decir “¿cómo no se dan cuenta?” para decir “¿cómo no nos damos cuenta?”. Dejemos de decir “han muerto x mujeres/refugiados/niños” para decir “hemos matado a x mujeres/refugiados/niños”.

Y entonces sí, nos damos la oportunidad de que eso deje de pasar. Porque de pronto una parte depende de mí.

Al final siempre son las palabras. Ten cuidado con cuáles eliges para pensar, decir o escribir en tu vida. Tanto las que se quedan en ti como las que compartes.

 

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