HABLAMOS DE HUMMUS...
Todos y todas reconocemos fácil el hummus. Este plato milenario se ha vuelto un habitual en cualquier dieta y es realmente sano, sabroso y muy nutritivo.
Sin embargo, hummus significa literalmente garbanzo y lo que en nuestros mercados o recetarios conocemos como hummus es en realidad “humus b’tahini” en el mundo árabe: حُمُّص بطحينة es decir, garbanzos y pasta de sésamo, o también musabbaha.
En realidad, la receta suele tener como base el garbanzo, el tahini, ajo y limón aunque hoy por hoy hay infinidad de variantes.
Nosotras lo aliñamos con aceite de primera prensada y pimentón de la Vera picante. ¡¡¡Manjar de Diosas!!!
Pero si bien la receta es versátil, cierto es que la base de la musabbaaha parece disfrutar de bastante consenso. Cosa que no pasa con su historia u origen. ¿Sabíais que hay muchas culturas, ciudades, etc. que se reivindican como la cuna de esta maravilla de receta? ¡Y es que no nos extraña!
Anissa Helou escritora siro-libanesa nos dice que fue una de las primeras legumbres cultivadas y que es posible que la receta de hummus b’tahini pueda remontar su historia a hace más de 10.000 años en Turquía. Aunque parece que aparece mencionada por primera vez en textos en el antiguo Egipto. Tom Kabalo sin embargo nos habla de un alimento judío porque dice que aparece en la biblia hace más de 3500 años (Hometz es la palabra de los textos que causa confusión).
Ojo que el tema llega al punto de que el presidente de empresas Libanesas denunció a Israel por derechos de autor de los alimentos. 8O
De verdad, es muy, muy chulo estudiar sobre lo que comemos y no sólo pensando en descomponerlo en átomos y nutrientes.
Damos demasiadas veces por sentado lo que comemos. El “siempre ha sido así”.
Sin embargo, historias como las de esta receta, que tan normailizada tenemos, nos plantean reflexiones mucho más interesantes:
¿Cómo algo que tengo en la mesa llega a ella?
¿Qué implicaciones tiene?
¿Qué dice de mí?
A veces es bueno recordar que ningún ingrediente ha viajado solo. No, los garbanzos no cogieron su mochila quechua y su pasaporte y se fueron a explorar el planeta.
Fuimos los Sapiens quienes, con una curiosidad inacabable, hemos viajado de un lado a otro para conocernos, llevar parte de quien somos y recibir parte de quienes eran otros seres como nosotros.
Ojalá llegue el día que eso, en lugar de por poder, por someter, por vencer y por enriquecerse podamos vivirlo como una suma, un hacernos mejores todos y todas, entendiendo que TOD@S somos seres humanos sin más diferencia que en nuestras costumbres. Costumbres que gracias al encuentro y la unión también irán cambiando.
¿Quién iba a decirles a los Irlandeses de hace siglos que hoy en España celebraríamos el Samhain porque nos llegó desde el otro lado del Atlántico?
En fin, que no demos nada por sentado, que nos preguntemos y que aprendamos a vernos como una pieza más que puede cambiar el mundo entero de todos y todas, para recordarnos constantemente que esa frase de ”siempre ha sido así” es una de las falacias más interiorizadas que
tenemos.
¿Sabíais por ejemplo que en Roma fue donde se empezó a comer “con postre” pero que al principio se comía uno (un pequeño dulce) después de cada platillo salado (que eran muchos) servidos en un festín?
¿Sabíais que en la edad media todos nosotros (salvo si alguno sois reyes o aristócratas) sólo hubiéramos comido gachas de cereales o de frutos secos?
La carne, el pescado y los huevos en la estación que tocara y poquito.
Es muy, muy buena la historia del ”dijous Gras” catalán sobre eso.
Luego poco a poco se fue incorporando en el “guiso las legumbres hechas harina” (es decir, se guisaban las gachas con otros ingredientes) y desde ahí, poco a poco, hasta llegar a los potajes con verduras y legumbres enteras de nuestras abuelas y abuelos.
Con la ortodoxia católica por ejemplo, la carne estaba prohibida durante largos periodos del año. Y se hacían sólo dos comidas al día como máximo.
Por cierto, no fue hasta mucho más tarde que pudieron tomarse leches y sus derivados y es que no había tecnología para procesarlos y conservarlos.
Cuántos “siempre se ha” que resulta que no siempre “habían sido” ¿verdad?
Obviamente no queremos proponer una idea de nostalgia de algo que a todas luces era una peor situación para el sapiens. Al revés, simplemente se trata de reflexionar sobre como somos de rápidos para incorporar algo a nuestras creencias cuando, en realidad, somos una especie en constante cambio que además de aprender y adaptarse es capaz de camiar y adaptar su entorno.
Básicamente se trata de pensar que esa patata frita que te comes viendo la tele no existió, ni como posibilidad, hasta después del siglo XV para nosotras. Pero era la base de la alimentación de otros muchos sapiens.
O pensar que quizás muchísimas de las ingestas que hacemos durante el día no sean ni siquiera necesarias. O al revés, que por falta de tiempo, por horarios laborales o por la prisa del mundo actual nos olvidamos de comer cuando lo necesitamos.
A lo mejor, puede que mirar atrás nos haga preguntarnos cómo celebraban nuestros antecesores o las culturas en que la comida no es una opción.
Preguntarnos qué tipo de formas de sociabilización pueden complementar a la comida y al alcohol hoy por hoy nucleares en nuestra forma de relacionarnos (y perjudiciales por antinaturales).
Y sobre todo, que pensemos que todos los cambios han surgido de la mezcla de sapiens de un lugar y otro, que cada cultura, sabiduría, contexto… tiene cosas positivas que aportar y que todas a su vez deben hacernos cambiar para corregir aquellas barbaries que nuestras creencias perpetúan y que en otras culturas no existen o que en el mundo actual y natural son insostenibles.
El mayor peligro de “dar por sentado” es creer que nuestra existencia es posible, que sobrevivimos, porque nos hemos hecho unos súpercimientos a base de verdades que nos permiten sentir una seguridad que en ningún caso tiene sentido real.
Al revés. Esos cimientos son imaginarios.
La verdad es algo que fluctúa y varía y lo más bonito de nuestra propia experiencia, de nuestra historia como especie son aquellos momentos en que fuimos capaces de romper moldes y crear algo que era imposible.
Eso es, precisamente, lo que nos hace capaces de lo mejor.
Y eso es lo que podemos cultivar simplemente planteándonos que que las cosas puedan ser diferentes no debe dar miedo, si no esperanza por un futuro aun mejor.
¿Compartimos un hummus? ; )