MÁXIMO RENDIMIENTO? ENTRENADOR PROFESIONAL
Cuando un entrenador se enfrenta a un deportista debe tener en cuenta que la persona de delante no sólo es una herramienta de “consecución de resultados” sino que precisamente su condición de persona la dota de capacidades individuales y limitaciones también individuales.
El primer paso que debe hacer el Deportista a la hora de comenzar a entrenar con un profesional es tener una BUENA DISPOSICIÓN A LAS IDEAS Y DIAGNÓSTICO VITAL Y FÍSICO DE SU ENTRENADOR de forma que juntos puedan definir de forma REAL el punto de partida del proceso. Si se viene de trabajar con otro técnico, si no se ha tenido ayuda previa o se había recibido de una persona no profesional del campo concreto que habíamos necesitado… Por ejemplo, se da muchas veces el caso de que en equipos u organizaciones de bajo presupuesto la gestión del entrenamiento y de la preparación y cuidado físico viene de alguna persona con vagos conocimientos que obviamente intenta hacerlo de la mejor manera posible pero que antes o después supone un hándicap a la hora de lograr avances significativos y positivos.
Es importante la confianza entre entrenador y deportista y estar dispuesto a cambiar y aprender hábitos que quizás nos son desconocidos, e IMPRESCINDIBLE un alto nivel de compromiso por parte del deportista y por supuesto también del entrenador en el proyecto en que ambos se embarcan.
Así pues, si el deportista se cierra en banda A LAS ORIENTACIONES O CORRECCIONES (en este punto y en adelante) de su entrenador o preparador físico, antes o después llegará a la frustración o el fracaso.
Una vez se consigue entablar una buena comunicación y se valora el punto de inicio se comienza a diseñar la hoja de ruta a seguir marcando los objetivos de forma consensuada siendo siempre en pos de las necesidades e ilusiones del deportista o el equipo. Es especialmente importante en este punto valorar los metaobjetivos, es decir, el por qué queremos lograr alcanzarlos.
Si las razones no son correctas el entrenador selo indica al deportista y si este persiste en su idea debe saber que ese tipo de proyectos (por ejemplo quiero ser mejor que tal o quiero ganar esto para “restregárselo” a cual…) no llevan a ninguna parte ya que conllevan prisas y estrés añadido que son factores absolutamente incompatibles con un buen proyecto de preparación y entrenamiento deportivo.
¿Por qué? Porque el entreno debe contemplar y gestionar por supuesto fundamentos tales como la carga de entrenamiento y sus componentes (dirección, volumen, intensidad, descanso…) PERO SOBRETODO LA DIRECCIÓN DEL ENTRENAMIENTO, pocas veces valorada.
Este concepto se refiere al objetivo que se expresa o debe cumplir la relación trabajo-esfuerzo-descanso en el organismo del deportista en pos del rendimiento. Si no se determina su dirección es un camino a ciegas de nuevo con un irremediable fracaso final lleno de frustración.
Un plan de entrenamiento completo y efectivo valora todos los factores influyentes en el rendimiento físico: desde la carga de entrenamiento (reiteramos: dirección, volumen, intensidad, descanso) a las fases que se tercien según deporte y objetivo del entrenamiento tales como por ejemplo el plano anaerobio lactácido, la fuerza máxima, la rapidez, la tecnica táctica, la competencia, la fuerza-velocidad, la anaerobio alactácida, la fuerza-resistencia, el aerobio, la técnica efectiva…
Pero también hay que valorar y tener muy presente el proceso metabólico desde el punto de vista NUTRICIONAL Y LAS CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS del deportista y de la situación concreta.
Tengamos en cuenta que frente a un objetivo en el deportista se dan relaciones estrechas y peculiares entre las emociones, de carácter involuntario y las cualidades volitivas a nivel consciente. Su interrelación compleja consiste en que cada una de ellas no sólo se manifiesta directamente en la actividad sino que es influida una por la otra –por ejemplo, las emociones que tienen lugar durante una situación competitiva pueden inhibir los esfuerzos volutivos- al mismo tiempo, cualquier esfuerzo volutivo tienen en su base un inicio emocional.
Aquí se manifiesta el atributo motivación de las emociones. Igualmente, una reacción emocional puede ser modulada y regulada mediante esfuerzos volitivos.
En pocas palabras, el autocontrol sobre situaciones emocionales en pos del proceso racional en que estamos embarcados evitará grandes frustraciones. En este caso pondremos el ejemplo del ciclista amateur que prepara unos objetivos concretos pero que por la competencia propia de este deporte individual sale a entrenar olvidándose del plan de entreno pensando que sólo con la motivación emocional puede conseguir superar a un competidor, aumentar la carga de entreno sin previo consenso con su preparador… La sangre fría es difícil de conseguir en el deporte. Sobre todo porque las reacciones físicas y hormonales de nuestro cuerpo al hacer ejercicio nos dan un punto extra de “valentía” o temeridad. Para ello es también importante contar con el entrenador. Él pondrá la perspectiva objetiva que se necesita ante cada situación concreta.
Decidido pues el plan de entrenamiento y comenzando con las pautas acotadas y definidas por el entrenador (CONDUCTA REQUERIDA), el deportista debe actuar con actitud comprometida y confiada como decíamos más arriba. Esto es SU CONDUCTA REAL debe estar acorde con la requerida. El proceso es lineal. En pocas palabras: Hay que cumplir el plan de entreno.
EL CAMINO AL ÉXITO ES SENCILLO Y RECTO, no existen los caminos cortos, los milagros o los precipicios sin vuelta atrás. Todo lleva su tiempo y la consecución de la meta conlleva grandes valores de CONSTANCIA, PERSEVERANCIA Y AUTOESTIMA y los mínimos posibles de ESTRÉS, AGOBIO Y ENSOÑACIÓN.