ENTRENOS MILAGRO - INICIO DE AÑO 1/3

19.01.2022 15:55

Hemos hablado muy largamente de lo importante que es la pretemporada ya que además de permitir un descanso físico y complementar nuestra preparación física con otras disciplinas o incorporar los hábitos que suelen quedar relegados de cara a la siguiente temporada (estiramientos y fitness) es un break imprescindible de cara a mantener la motivación y el equilibrio mental óptimo.

 

Si bien eso conlleva que ese “retomar”, el volver a pedalear, suponga una punta de ilusión y ganas.

 

Y como siempre, pasa lo que es biológicamente lógico que pase: La dopamina, la serotonina… nos proporcionan un chute de bienestar que queremos seguir sintiendo constantemente.

 

Esa respuesta fisiológica nos hace tomar una posición visceral que obvia la parte más racional y no es fácil hacerle entender a nuestro organismo que esa dosis de placer debe mantenerse sujeta a unos parámetros  razonables porque es el momento de trabajar con vistas a un medio-largo plazo.

 

Pero eso es negar nuestro instinto y enfrentarnos a pensar en eso que tanto nos gusta y llena y que vivimos como nuestro pequeño recodo de libertad tiene que mantener sin embargo una base más fría, sistematizada y organizada, lo que nos han enseñado que es lo contrario de libre.

 

Pero tiene que ser así. La grandeza de la libertad es que es necesariamente hija de la responsabilidad. También para con nosotros y nuestros sueños y objetivos. La libertad que sentiremos al cruzar la meta imposible es hija de la responsabilidad que con nosotras mismas y nuestros proyectos vitales debemos enfrentar nuestra vida.

 

Para que ese “contradictorio” camino nos lleve a lo más alto de nuestro camino deportivo debemos romper primero la esclavitud más despiada con que vivimos, la del ego. Ese ego que hoy, en el mundo digital, es más esclavo que nunca de los “megusta”, de los “kom”, de una serie de números que aparecen en una pequeña pantalla y que parece que pueden llevarnos a los más alto o hundirnos en la mayor profundidad. Y eso que sólo son números, resultados de combinaciones binarias de 1 y 0 que no dicen de nosotros nada más que lo que nosotros mismos estamos dispuestos a interpretar (casi siempre con una autocrítica y autoexigencia exageradas).

 

Como tener esta perspectiva requiere tiempo y espacio de reflexión e introspección, cosa que bien se cuidan que no quepa en este mundo agotador sin descanso posible, nos quedamos en la fase uno:

BICI + HORMONAS DE LA FELICIDAD = CHUTE DE DROGA (sí, la dopamina es una de las hormonas causantes de las adicciones)

Y claro, como con todas las drogas, quiero más y lo más pronto posible.

 

En un mundo tan duro, donde todo nos cuesta tanto, el estrés nos somete y la exposición y juicio de uno mismo es constante… ¿No es normal querer huir de todo eso para sentirnos bien?

 

Sabemos que queremos andar un camino, que queremos progresar y aumentar paulatinamente de nivel. Tenemos claro el objetivo pero a veces se nos olvida que no hay forma de coger el rodalies en Terrassa Nord y bajarse en Sants sin haber pasado por narices por Cerdanyola.

 

Recurrimos a pagar por entrenos milagro aunque sabemos de sobra que los milagros en aquello que depende nosotros no existe. Es buscar un atajo en un camino que no lo tiene.  Es curioso porque estamos quizás en uno de los momentos de la historia donde hemos renunciado a soñar, a inventar caminos para hacer el mundo más justo o mejor, donde damos por sentados los “siempre ha sido así” o “cambiar eso es imposible”. De hecho, estamos en el momento en que hemos renunciado a las cosas realmente importantes de la vida bajo el yugo de la resignificación que le hemos dado a la palabra “utopía” en las cosas que sí podríamos cambiar con valentía y unión. Y sin embargo, en aquello que es realmente obvio que no hay más trampa posible que hacer las cosas bien y cuando toca, nuestro cuerpo, nuestro rendimiento, nuestras metas deportivas… lo apostamos todo a la Fe. Respecto a esto El dramaturgo Mehmet Murat Íldan dice que “La fuerza de voluntad es el atajo más corto al éxito”. Y es verdad. Los verdaderos milagros no están fuera nunca. Están dentro y los hacemos o no nosotros.

 

Aprender a disfrutar de cada parte del camino sin ser prisioneros de una expectativa que ponemos imaginariamente en un futuro que no existe es la mayor revolución posible y la imprescindible para que paso a paso, pedal a pedal, construyas sin prisa y con inteligencia y garantías unos cimientos en que cualquier sueño, meta o reto podrá mantenerse fuerte sin miedo a derrumbarse.

 

La meta siempre delante, el objetivo enfocado pero recuerda, si mientras vas hacia él no miras donde pisas, te tropezarás seguro.  

 

 

 

M. Pasalodos Vaya

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