EL MUNDO QUE QUEREMOS
Una vez hace muchos siglos, muchos, el oráculo de Delfos decía que el hombre más sabio del mundo era Sócrates, cuando le preguntaron a él sobre esto contestó: “Sólo sé que no sé nada”. Efectivamente pues, era el hombre más sabio, pues lo más difícil de descubrir y aceptar es nuestra propia y absoluta ignorancia. Probablemente a día de hoy, siendo que nos han envuelto con tantísimo “conocimiento”, siga siendo, por desgracia, el hombre más sabio.
También porque valoraba la honestidad por encima de cualquier valor y proclamaba que un buen hombre debía ser honesto, por lo tanto, un niño eterno. Y es que los niños siempre se hacen y nos hacen preguntas sobre el mundo, nosotros y ellos mismos y están no sólo dispuestos, si no convencidos, de que aunque tengan sus elucubraciones previas, no están en posesión de la verdad absoluta.
A Sócrates lo mataron por despertar a base de preguntas la mente de los jóvenes invitándoles a darse cuenta de sus propias carencias y de que no había verdades absolutas. Lo mataron por pensar libremente y hacer que los demás tuviesen que enfrentarse a si mismos, ideas y creencias incluidas. Y es que para el sistema, ya decía Hanna Arendt que “No hay pensamientos peligrosos; el pensamiento es peligroso”.
Empezamos así este relato en 2017, en el siglo de la información, la “conectividad” y “globalización”, el siglo del “desarrollo” y los avances tecnológicos y digitales continuos e increíbles dado que creemos firmemente que no podremos buscar solución alguna a los problemas reales y retos acuciantes que el presente nos plantea si no comenzamos desde ya a despojarnos de creencias previas como que la sabiduría o la libertad son ideas que alcanzaremos fuera. Que nos vendrán dadas. Que la sabiduría es un título universitario, un número en una cuenta o alcanzar la comodidad máxima. Que el adoctrinamiento es educación.
Decía Alvin Toffler que “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”. Y es que gracias a aquellos y aquellas que han dedicado su vida a contrastar o refutar teorías previamente asumidas por toda la sociedad hasta convertirlas en paradigmas, hoy sabemos por ejemplo en el campo de la neurociencia, que nuestro cerebro no pierde la plasticidad cerebral con los años. Siempre podemos aprender, crecer, avanzar. Es decir, los niños y niñas son esponjas sí, ¡pero nosotros y nosotras también!
Salir de el camino marcado por nuestra propia rigidez, los automatismos de las redes neuronales generadas a base de repetición por nuestro cerebro, necesita un esfuerzo deliberado. Tenemos que querer hacerlo. Y sobretodo enfrentando por fin el miedo impuesto por el entorno. Y es que debemos saber que SIEMPRE estamos a tiempo de reflexionar: “Conserva celosamente tu derecho a reflexionar por que incluso el hecho de pensar erróneamente es mejor que no pensar en absoluto” Hipatia de Alejandría.
De hecho todes hemos podido vivir y constatar esta verdad en algún momento de nuestra vida donde nos vemos obligados por circunstancias diversas a pasar por periodos de “readaptación”. Lo llamamos “abrir los ojos”, “quitarnos la venda”, “abrir la mente”…
Lo más bonito que podría pasarnos a nosotres y al mundo es que decidamos abrir los ojos no en un solo campo, y por necesidad, si no comenzar a ver por fin la realidad que nos envuelve SIEMPRE.
Por que sí, vivimos en un mundo donde se ha creado un sistema cuyo mayor logro es ser invisible. El sistema del miedo. Y ante el miedo sólo hay un camino: la valentía. Vivimos con el miedo a no tener, a quedarnos fuera, el miedo a salir de lo conocido y enfrentar las verdades que nos rodean, el miedo a quedarnos solos en el descubrimiento y reaprendizaje del mundo y de nuestros semejantes. Y es que decía Alejandra Pizarnik que “no hay nada más intenso que el terror de perder la identidad” y en este mundo en que nos han hecho creer que “somos” en función de lo que tenemos, en función de los estándares que nos obligan a acatar, en función de cuantos seres tenemos por debajo, en función de cuánto perciben los demás nuestra existencia… Nuestro ser, el mero hecho de existir viviendo libres y de forma responsable, ya no sirve. Da igual incluso que haya llegado un punto en que sea imposible no darnos cuenta de que Huxley no iba tan desencaminado: “Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre”.
En ese contexto dictatorial nos enfrentamos diariamente a más y más injusticias, desigualdades, etc. Al menos, cierto es, que cada día somos más los y las que vemos la realidad escondida y es que en este mundo de información por muy esclavos voluntarios que hayan conseguido hacernos es imposible (o hay que estar muy ciego y dañado) no recibir ráfagas de luz de vez en cuando. Y cuando tomas conciencia de esa esclavitud autoimpuesta y decides pararte, la luz es cegadora y no queda más remedio que despertar.
Así, decía Steve Jobbs que “aquellos que están lo suficientemente locos como para creer que pueden cambiar el mundo son quienes lo cambian”. Y es que, ante la injusticia no nos queda otra. Quino y Mafalda llevan años gritándonos “que si uno no corre a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno”. Si no aprovechamos nuestra inquietud, fuerza e ilusión por un mundo mejor “poniendo a inteligencia al servicio del amor” como dijo Antoine de Saint-Exúpery no habrá forma de liberarnos de este sistema tirano, una tiranía que Montesquie definía como la peor ya “que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia”. Y es que este sistema se retroalimenta de miedo. Actuamos por miedo y nos gobiernan utilizando el miedo, y como dice JL Sampedro “gobernar a base de miedo, es muy eficaz. El miedo hace que no se reacciones, el miedo hace que no se siga adelante. El miedo es mucho más fuerte casi, desgraciadamente, que el altruismo, que el amor, que la bondad. El miedo nos lo están dando todos los días en los medios de comunicación”.
Éste es un texto plagado de citas de personas totalmente diferentes, de diferentes tiempos y lugares y sin embargo un punto en común, saber que se podían hacer, decir y pensar las cosas de un modo diferente.
Éste es un texto donde no queríamos gritar solos, queríamos mostrar cuantísimos y cuantísimas hemos gritado y seguiremos gritando por un mundo mejor y más justo. Por que estar en este momento de la historia nos da algo que ellos y ellas no tuvieron, el poder de la información, por fin, al alcance de nuestros dedos. Haciéndoles a todes elles inmortales y pudiendo con nuestra voz, nuestros hechos y nuestra fuerza llevar a cabo por fin lo que un día fue sólo una utopía y entre todos podremos hacer realidad. No olvides jamás que “la forma más común de renunciar al poder es pensando que no lo tenemos” la magnífica frase de Alice Walker, pero que sí SOMOS PODEROSOS, sí somos capaces, sí somos fuertes, sí somos todos y cada une de nosotres piezas imprescindibles para que el mundo siga así o cambie.
El cambio necesario no es un cambio fácil y no será rápido. Los sistemas se revuelven, reinventan y adaptan a las heridas que le vamos infligiendo. Parecen ceder cuando en realidad no hacen más que tranquilizar nuestro instinto, nuestro odio, hastío, rabia… Pero no es esa la solución. Hay que matar al ente que sigue haciéndonos vivir bajo el yugo de creencias obsoletas que parece imposible que se hayan renovado y reproducido con el paso de los años y los siglos. Y ni el odio, ni el rencor, ni la venganza nos ayudarán a ello.
Hace falta comenzar a romper absolutamente el orden de prioridades de nuestra vida. Es imprescindible reinventarnos como seres humildes, respetuosos, libres Y RESPONSABLES, como individuos y como especie. Debemos dejar de tolerar las emociones destructivas, las ideas que nos segreguen e intenten invisibilizar nuestras infinitas y distintas esencias.
Debemos romper todas las etiquetas para surgir como seres vacíos, limpios y, precisamente por ello, absolutamente capaces de llevar a cabo cualquier cosa, absolutamente poderosos, sin lastres, mochilas, SIN MIEDO, en un mundo de paz. Decía María Zambranos que “la paz es mucho más que una toma de postura: es una auténtica revolución, un modo de vivir, un modo de habitar el planeta, un modo de ser persona”.
Recordad que cada acto que lleváis a cabo, lo lleváis de forma libre y voluntaria.
Que incluso aquellos que elegimos por que nos compensan los elegimos de forma libre.
Que los sistemas no existen como tales si no que son solo personas, como nosotros, lo que hay detrás
Que todos y todas los seres de este planeta tenemos derecho a la dignidad y al amor y nada ni nadie nos lo puede arrebatar.
Que por mucho que la máquina se resista al cambio nos uniremos de las manos y lo lograremos por que es entre todos y todas que hacemos que el mundo gire.
Que de nosotros depende que cada uno de esos giros, cada movimiento, venga del amor, la responsabilidad y el respeto y no desde el odio, la venganza, la envidia, el rencor…
Que unidos somos invencibles.
Por lo que eso que vemos “invencible” no está fuera, está en nosotros. En cada uno de nosotros. Y tú SIEMPRE puedes cambiar.
Recuerda llegado a este punto a Desmon Tutu y no olvides nunca esta frase: “ Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.
Para Josele y Montse a 3 días de su reto solidario por la investigación para la cura de la enfermedad de Sanfilippo, para todos y cada uno de los jabalíes rosas y sus familias y amistades que nos apoyan para hacerlo posible, Toni que abrió el camino, cada uno de los que desde el segundo uno habéis mostrado vuestro compromiso, por vuestra creatividad, por el debate interno en el foro jabalí, las ganas de crecer, aprender y cambiar las cosas...
No olvidéis que es por vuestros gestos solidarios desinteresados el que las fuerzas se renuevan, que la inspiración no decae y que vemos la luz donde menos lo esperamos.