25 noviembre 2017
24.04.2024 19:11
Llevo toda la mañana escribiendo. He escrito el texto que quería escribir para hoy, el día contra la violencia machista y el primer aniversario de la página. Pero no puedo colgarlo. No quiero colgarlo porque tengo miedo. Tengo miedo de que mi primer maltratador pareja pueda usar su situación de poder económico para machacarme. Que utilice sus influencias sociales en el mundo del derecho para manipular lo que hago o lo que digo. Tengo miedo de volver a un juzgado y que el juez me pregunte de nuevo que si lo que digo es verdad por qué no denuncié antes. Tengo miedo de ver fotos de un viaje o de un abrazo o de un beso y que me digan que eso anula mi infierno. Tengo miedo de que nadie me crea. Tengo miedo de las burlas. Tengo miedo de que me ataquen por cómo soy. Tengo miedo de que me humillen porque soy Bipolar. Tengo miedo de que me vejen por mi aspecto físico. Tengo miedo de volver a oír que es que soy insoportable. Tengo miedo de las sonrisas complacientes y de le los sarcasmos hirientes. Tengo miedo a no haber asentado aun mi autoestima sobre sólidas bases y venirme abajo. Tengo miedo de perjudicar a mi familia con mis ideas. Tengo miedo de perjudicar a Rcr19 por hablar de lo que he vivido. Tengo miedo de que me juzguen antes de oírme. Tengo miedo por mis hijes. Tengo miedo. Tengo miedo a hablar de violencia sexual y que me digan que me lo invento o que no es para tanto o que era porque yo lo consentía. Tengo miedo de hablar de violencia física y que me digan que ya me lo advirtieron y que me busqué lo que pasó. Tengo miedo de hablar de violencia judicial y que el día de mañana en un juicio este post me ponga al juez en contra. Tengo miedo de que me lean. Pero tengo aún más miedo de no ser leída. Tengo miedo a compartir lo que cambió mi vida, mi intimidad más profunda y no encontrar nada fuera, de no conseguir nada tras desnudar mi alma. Tengo miedo a volver a constatar que un texto, un artículo o un post escrito bajo la firma de Raúl llega más lejos que uno escrito bajo la firma de Míriam cuando de violencia machista se habla. Tengo miedo de que me llamen pesada o me manden a callar. Tengo miedo. Tengo miedo porque tras 34 años de vida a ciegas y 2 sin venda en los ojos aún no he escapado a los estereotipos. Aun tengo miedo de vestir de según qué modo en según qué circunstancia. Y lo hago, pero con miedo. Aun tengo miedo de si lo que hago o no hago está bien realmente o perjudica a mi entorno. Tengo miedo de la imagen que da mi casa. Tengo miedo de si mi valía como ser humano está lo suficientemente demostrada para tener derecho a contar, hablar o exigir derechos. Tengo miedo de contar y miedo de callar. Tengo miedo. Porque así vivimos las mujeres. Tenemos miedo.
Yo ahora sé a qué, cómo y por qué. Y lloro, no sabéis cuantísimas veces, por no ser capaz de reponerme, de superar los temblores o el pánico ante un abusador. Y me siento imbécil y me duele. Y la gente de mi entorno con toda la buena voluntad me dicen que no entienden cómo alguien tan fuerte y firme en sus creencias sigue viniéndose abajo. Y eso me hunde más. Porque yo tampoco lo entiendo. Porque estoy harta y lo sé. Porque necesito superarlo y vencer y que se haga justicia. Pero ¿cómo no voy a tener miedo si justicia no hay? Si es un problema social. Un problema global. Si somos todos y todas. Es por todos y todas y por cada uno de nuestros actos y pensamientos que esto sigue así. La única justicia, como la única libertad, que nos queda es la de nuestro interior. Y para eso primero debe haberse curado del todo ese interior. Y no es fácil. Porque no estamos en un mundo que quiera cambiar. Porque nadie quiere oír. Y lo que más me duele y me mata es que sólo dos años atrás ¡Sólo dos! Yo tampoco quería escuchar.
¿Sabéis? Yo era la ostia. Yo podía con todo. Yo era la salvadora de mis parejohijos, la leche en el trabajo o en mis hobbies, la mejor madre… Joder, era una superheroína!!! Cómo sufría y que gran aguante tenía para ello. Y como me reponía de cada caída. Qué ejemplo de mártir de la vida. Qué gran mujer con cuantísimo gusto y saber estar. Qué desaprovechado su infinito talento. Podía hacer incluso más. Esa era yo. Yo era la ostia.
Yo era… Una mierda. Un saco de boxeo. Yo era un felpudo donde limpiarse uno el barro de su alma. Yo era una rea más de esta cárcel sistémica de valores podridos y decadentes del amor romántico y la maternidad abnegada… Lo que yo era es a lo que más miedo tengo con diferencia. Lo que yo era, además plenamente consciente de que era mi elección y mi decisión… a eso es a lo que más le temo. A que el sistema me lance a esa superheroína contra mí. Y entonces, ¿cómo la contrarrestro? Yo hoy sólo soy una loca feminazi más a la que se le ha ido la olla por que le han pegado alguna que otra paliza y la maltrató psicológicamente en su juventud un cabrón con el que casualmente dio. Porque esto son casos aislados claro. Siempre. Todos son casos aislados. Es que las mujeres somos muy malas y vengativas y como somos más listas pues hacemos o nos encontramos con estas cosas. Eso me diría esa superheroína que era. Esa superheroína que es el reflejo de la sociedad. Y oír eso a día de hoy, tras haber pasado 34 de mis 36 años perpetuando esa asquerosa mentira para que mis hijos se encuentren ahora el mundo de mierda que se encuentran, me destrozaría. Porque me da miedo todo. Pero lo que más miedo me da es tener que mirarme continuamente en el espejo del pasado y ver que no hice nada. Que no luché nada. Que fui tan responsable como el hijo de putero que aun hoy me descompone de miedo tras 15 años o como cualquiera de los violadores, abusadores, maltratadores en general que nos rodean. Como cualquiera de las mujeres que toman parte contra sus hermanas, como cualquiera de los hombres que se ponen de parte de sus colegas independientemente de lo que vean, sepan o hayan oído.
No puedo colgar el texto que había escrito. No quiero hacerlo. Sí, tengo miedo. Aun hoy, tras dos años de despertar traumático estoy indefensa ante el mundo que hemos hecho entre todos. Sigo sin saber cómo y qué decir para que a los demás no les pase lo que me pasó a mí. Para que las niñas y adolescentes no tengan que esperar a ver su vida pasar como yo vi pasar la mía. Pero ayer estábamos parados, en la plaza del ayuntamiento, vela en mano, mis hijes y yo… y todo el mundo seguía pasando a nuestro alrededor, corriendo de tienda en tienda. Sin vernos, sin oírnos, a los pocos y pocas que allí nos congregamos contra la violencia machista. Igual que yo hice todos los años atrás en mi vida. Del mismo modo que yo tampoco los vi ni lo oí. Me reconocí en elles y eso me mató. Me dio vergüenza, pena, pero sobretodo, rabia. ¡Porque era tan obvio!
Sólo puedo decir en el día de hoy dos cosas, al menos por ahora y hasta que supere ese miedo que aun hoy, y sé que a los que me conocéis como la súperfuerte Míriam os dejará ojipláticos, me paraliza, bloquea y anula:
1.- VED. OÍD. ESCUCHAD. PENSAD. Y RECORDAD A FOCAULT POR FAVOR: “El pez nunca descubre que vive en el agua. De hecho, como vive inmerso en ella, su vida transcurre sin advertir su existencia. De la misma forma una conducta que se normaliza en un ambiente cultural dominante se vuelve invisible”.
NOS ESTAN MATANDO. NOS VIOLAN. NOS VENDEN. NOS MUTILAN. NOS ANULAN. NOS MANIPULAN. POR FAVOR. POR TODAS Y CADA UNA DE LAS NIÑAS Y MUJERES DEL MUNDO. POR FAVOR. OÍD. VED.
2.- SIENTO NO HABERLO HECHO ANTES. LO SIENTO MUCHÍSIMO. SIENTO CADA VEZ QUE PREJUZGUÉ A UNA MUJER. CADA VEZ QUE MINUSVALORÉ UN MALTRATO PENSANDO QUE ERA NORMAL. LO SIENTO. SIENTO HABER PASADO LA MAYOR PARTE DE MI VIDA PERPETUANDO EL MACHISMO EN MI INTIMIDAD. LO SIENTO. DE TODO CORAZÓN. NO PODÉIS NI IMAGINAROS CUANTO LO SIENTO PEQUEÑAS NIÑAS, MUJERES TODAS, AMIGAS, HERMANAS. LO SIENTO. NUNCA MÁS. AHORA SOMOS UNA. Y JUNTAS LO CONSEGUIREMOS. LAS DISCULPAS SÉ QUE NO SIRVEN DE NADA PERO AL MENOS AHORA ESTOY AQUÍ Y NUNCA MÁS ME IRÉ. JAMÁS DEJARÉ DE ESTAR A VUESTRO LADO.
Y me gustaría despedirme con música. Sabéis los que me conocéis lo importante que es para mí. Para vosotras todas. Recuerdo cómo y cuantas veces había oído los grandes himnos feministas y contra el maltrato, por ejemplo la canción “ella” o “malo” de Bebe. Me encantaban y me parecían muy potentes. Recuerdo después como cuando me puse las gafas lilas pude disfrutarlas y gritarlas de verdad.
Pero lo que es curioso, es que esas canciones nunca me hicieron daño mientras vivía en los infiernos. No me removían hasta el punto de enfrentarme a la realidad. Supongo que porque en mi caso yo era muy consciente de la realidad y de mi elección. Sin embargo, ¿Sabéis qué canción me resultaba insoportable y me tenía que meter en la ducha para llorar sin parar sin que se me oyese?
https://www.youtube.com/watch?v=9QRGZIzomA4
Y ES QUE LO QUE MÁS DAÑO NOS HACE, ES LA VERDAD. POR QUE CADA DÍA QUE PASA NO VUELVE. NOS MERECEMOS SER LIBRES. MERECEMOS UNA VIDA DIGNA. MERECEMOS ECAPAR DEL YUGO DEL SISTEMA PATRIARCAL. JUNTAS PODREMOS. JUNTAS SEGURO QUE LO HAREMOS. DESDE HACE DOS AÑOS TENÉIS CUATRO MANOS MÁS. LAS DE RAÚL Y LAS MÍAS. Y SEGUIREMOS LUCHANDO LO QUE HAGA FALTA POR SER MÁS Y MÁS. SIEMPRE.
Lyrics:
“Son ya más de las seis cuando llega el despertar
Lleva hoy el mismo jersey, aunque algún llanto de más
Tras limpiar un poco el polvo que ha quedado en el hogar
Limpia un poco su fracaso, y sus ganas de llorar
Para ver como despierta tan alegre su pequeña
“…si supieras, vida mía, el día que nos espera”
Y en su realidad verá crecer la ciudad
Y sus gentes en sus mundos irán y vendrán
Mientras ella, en su papel, seguirá viendo pasar
Otro día menos en su vida, otro día más
Otro día más
Fue el dolor quien le dio los consejos para amar
A mirar el corazón, y jamás mirar a tras
Pero a veces la injusticia se hace con todo el control
Y en la esquina del “pokhara” puedo vernos a los dos
Yo bromeo con mi gente: “esta tarde pago yo”
Mientras ella ve que algo va muriendo en su interior
Y en su realidad verá crecer la ciudad
Y sus gentes en sus mundos irán y vendrán
Mientras ella, en su papel, seguirá viendo pasar
Otro día menos en su vida, otro día más…”